domingo, 16 de septiembre de 2012

Varón

Antes que llegue el lunes

Mayra Montero

16 de septiembre de 2012
http://www.elnuevodia.com/blog-varon-1344857.html
 

Varón

El senador Eduardo Bhatia ha pedido que el gobernador divulgue información sobre el sueldo que reciben los asesores que trabajan para La Fortaleza. Perfecto.
Junto con esa nómina, también deberían de publicar el sueldo que ganan los asesores legislativos, una multitud de favorecidos que va y viene, comparable a una marea de aguas vivas. Sé que muchos de esos datos están en internet, pero debemos tenerlos a la mano, en una especie de sencillo listado, publicado y distribuido entre la población igual que se hace con los mapas de huracanes.
Son esos asesores legislativos los que a menudo “conciben” los proyectos de ley (concebir es mucho: emborronan cuartillas y asesinan la sintaxis), que más tarde se discuten en el hemiciclo, o se aprueban por descargue, todo depende del humor con que amanezcan los presidentes de los cuerpos. Lo de aprobar por descargue es una expresión que suena a borboteo sanitario.
En mi caso, me conformo con poco. No necesito saber lo que ganan los asesores de La Fortaleza, ni mucho menos los del Capitolio. Tengo imaginación, ¿qué pasa?
Una imaginación que, debo reconocerlo, llega hasta cierto punto. Hay situaciones que escapan a todos mis ensueños. Por ejemplo, ¿a qué se dedica exactamente ese individuo que se hace llamar pastor Heredia?
Me refiero al asesor de rostro intransmutable que no da entrevistas a la prensa, y no tiene cara de ser muy brillante, pero en el fondo debe ser un genio.
El Departamento de la Familia, que tiene oficinas desvencijadas y carece de los empleados para supervisar correctamente a los niños bajo su tutela, o a los ancianos internados en hogares-almacén, el año pasado le concedió a Heredia un contrato de $120,000 al año, más oficina y secretaria, y achichincles variados que le llevarán café.
Ese contrato con Familia creo que se venció hace un par de meses, y, si no es mucho preguntar, me gustaría saber si se lo renovaron. La secretaria del Departamento, Yanitsia Irizarry, rodeada como está de problemas vinculados al desastre estructural y la falta de fondos, debería sacar un ratito para contarnos cómo pasa sus días ese sereno e impenetrable santo que es el pastor Heredia. A qué hora llega a trabajar, cuántas llamadas hace, a quién subcontrata para dar charlas y consuelos y, sobre todo, quién lo supervisa. Si es que alguien lo supervisa, porque a lo mejor él se manda.
Lo penúltimo que supimos de él, tras su renuncia al puesto que ocupaba en La Fortaleza (renuncia que estuvo rodeada de una jugosísima especulación), y luego de que se anunciara su contrato con Familia, fue que había obtenido otro contrato más, este con la Administración de la Vivienda Pública, lo que elevaba a cerca de $200,000 su salario anual. En aquel momento, el secretario de la Vivienda aseguró que había reclutado a Heredia para que “ayudara a fomentar el desarrollo de la autoestima y la autosuficiencia de los residentes de viviendas públicas”.
Habrá gente que se pregunte cómo es posible que, teniendo el país tantos profesionales de formación excepcional en el campo de la sociología o la psicología, escogen al pastor Heredia, que apenas sabe expresarse. ¿Qué tipo de autosuficiencia puede enseñar alguien que vive como sanguijuela del propio Gobierno?
El costo total de su “misión”, tanto en Familia como en Vivienda, seguramente se eleva en varios miles de dólares adicionales. Porque apuesto a que de su bolsillo no paga los gastos de los “talleres” que organiza -carteles, proyectores, refrescos-  ni mucho menos a los “oradores” y otros que le colaboran. Habría que esculcar la lista de la gente a la que ha favorecido durante estos años. Debe ser un banquete.
Ya en el pasado, el pastor Heredia nos sorprendió gratamente cuando se paró delante de un micrófono, en una “cumbre de fe” o algo por el estilo, y empezó a delirar a gusto, exclamando que Fortuño era Moisés, Daniel y Nehemías, los tres en un solo profeta. Alcanzó tal nivel de obscenidad aquel derroche de babosería bíblica, que el propio gobernador, cuando se paró a hablar, rechazó las comparaciones.
Todos eran tan finos en la audiencia, que nadie se dignó a revolcarse de la risa. Si mal no recuerdo, la secretaria de la Familia estaba allí aquel día, ululando cánticos al cielo y escuchando las disquisiciones de su contratado. También estaba, casualidades de la vida, aquel señor que me parece que dirigió la Policía, un hombre muy viejo con unas orejas enormes. Dormitaba.
Alguna vez se dijo que Aníbal Heredia iba a correr para representante. Sacaron fotos con su imagen envuelta en algo impreciso que me parecieron nubes, o túnicas azules. Retocaron su rostro, pero igual le quedaron los ojitos muy juntos y destacaba la excesiva distancia entre nariz y boca.
La distancia entre la nariz y la boca es un tercio de la distancia entre la nariz y la barbilla. A Heredia, si me lo permite, le vendría bien un bigotillo   de manubrio. Piénselo el noble varón.

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