lunes, 18 de julio de 2011

Al borde de la locura por Paul Krugman

Getting to Crazy
There aren’t many positive aspects to the looming possibility of a U.S. debt default. But there has been, I have to admit, an element of comic relief — of the black-humor variety — in the spectacle of so many people who have been in denial suddenly waking up and smelling the crazy.
Fred R. Conrad/The New York Times
Paul Krugman
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A number of commentators seem shocked at how unreasonable Republicans are being. “Has the G.O.P. gone insane?” they ask.
 
Why, yes, it has. But this isn’t something that just happened, it’s the culmination of a process that has been going on for decades. Anyone surprised by the extremism and irresponsibility now on display either hasn’t been paying attention, or has been deliberately turning a blind eye.

And may I say to those suddenly agonizing over the mental health of one of our two major parties: People like you bear some responsibility for that party’s current state.

Let’s talk for a minute about what Republican leaders are rejecting.

President Obama has made it clear that he’s willing to sign on to a deficit-reduction deal that consists overwhelmingly of spending cuts, and includes draconian cuts in key social programs, up to and including a rise in the age of Medicare eligibility. These are extraordinary concessions. As The Times’s Nate Silver points out, the president has offered deals that are far to the right of what the average American voter prefers — in fact, if anything, they’re a bit to the right of what the average Republican voter prefers!
Yet Republicans are saying no. Indeed, they’re threatening to force a U.S. default, and create an economic crisis, unless they get a completely one-sided deal. And this was entirely predictable.

First of all, the modern G.O.P. fundamentally does not accept the legitimacy of a Democratic presidency — any Democratic presidency. We saw that under Bill Clinton, and we saw it again as soon as Mr. Obama took office.

As a result, Republicans are automatically against anything the president wants, even if they have supported similar proposals in the past. Mitt Romney’s health care plan became a tyrannical assault on American freedom when put in place by that man in the White House. And the same logic applies to the proposed debt deals.

Put it this way: If a Republican president had managed to extract the kind of concessions on Medicare and Social Security that Mr. Obama is offering, it would have been considered a conservative triumph. But when those concessions come attached to minor increases in revenue, and more important, when they come from a Democratic president, the proposals become unacceptable plans to tax the life out of the U.S. economy.
Beyond that, voodoo economics has taken over the G.O.P.

Supply-side voodoo — which claims that tax cuts pay for themselves and/or that any rise in taxes would lead to economic collapse — has been a powerful force within the G.O.P. ever since Ronald Reagan embraced the concept of the Laffer curve. But the voodoo used to be contained. Reagan himself enacted significant tax increases, offsetting to a considerable extent his initial cuts.

And even the administration of former President George W. Bush refrained from making extravagant claims about tax-cut magic, at least in part for fear that making such claims would raise questions about the administration’s seriousness.

Recently, however, all restraint has vanished — indeed, it has been driven out of the party. Last year Mitch McConnell, the Senate minority leader, asserted that the Bush tax cuts actually increased revenue — a claim completely at odds with the evidence — and also declared that this was “the view of virtually every Republican on that subject.” And it’s true: even Mr. Romney, widely regarded as the most sensible of the contenders for the 2012 presidential nomination, has endorsed the view that tax cuts can actually reduce the deficit.

Which brings me to the culpability of those who are only now facing up to the G.O.P.’s craziness.
Here’s the point: those within the G.O.P. who had misgivings about the embrace of tax-cut fanaticism might have made a stronger stand if there had been any indication that such fanaticism came with a price, if outsiders had been willing to condemn those who took irresponsible positions.
But there has been no such price. Mr. Bush squandered the surplus of the late Clinton years, yet prominent pundits pretend that the two parties share equal blame for our debt problems. Paul Ryan, the chairman of the House Budget Committee, proposed a supposed deficit-reduction plan that included huge tax cuts for corporations and the wealthy, then received an award for fiscal responsibility.

So there has been no pressure on the G.O.P. to show any kind of responsibility, or even rationality — and sure enough, it has gone off the deep end. If you’re surprised, that means that you were part of the problem.

domingo, 17 de julio de 2011

La carta - cuento corto de José Luis González

La carta
El hombre en la calle, 1948



"San Juan, Puerto Rico 8 de marso de 1947

Qerida bieja:

Como yo le desia antes de venirme, aqui las cosas me van vién. Desde que llegé enseguida incontré trabajo. Me pagan 8 pesos la semana y con eso bivo igual que el alministrador de la central allá.

La ropa aquella que quedé de mandale, no la he podido comprar pues qiero buscarla en una de las tiendas mejóres. Dígale a Petra que cuando valla por casa le boy a llevar un regalito al nene de ella.

Boy a ver si me saco un retrato un dia de estos para mandarselo a uste, mamá.

El otro dia vi a Felo el ijo de la comai Maria. El también está travajando pero gana menos que yo. Es que yo e tenido suerte.

Bueno, recueldese de escrivirme y contarme todo lo que pasa por alla.

Su ijo que la qiere y le pide la bendision,

Juan"

Después de firmar, dobló cuidadosamente el papel arrugado y lleno de borrones y se lo guardó en un bolsillo del pantalón. Caminó hasta la estación de correos más cercana, y al llegar se echó la gorra raída sobre la frente y se acuclilló en el umbral de una de las puertas. Contrajo la mano izquierda, fingiéndose manco, y extendió la derecha abierta.

Cuando reunió los cinco centavos necesarios, compró el sobre y la estampilla y despachó la carta.


José Luis González
 
 
 
 
 
 
 


 

sábado, 16 de julio de 2011

La basura en las playas, ¿qué podemos hacer?

Luego de un fin de semana largo o de una actividad pública en una playa local, el tema de la basura dejada por los que acudieron a la playa en cuestión es tema obligado.   Para mejorar esta situación creo que debemos emprender medidas a corto plazo y medidas a largo plazo. 

 A largo plazo es necesario comenzar una campaña que debe comenzar desde el hogar, y de ahí extenderse a las escuelas, a las iglesias, a los medios de comunicación y a todos los centros de convivencia social educando al pueblo de los valores que debemos tener como pueblo y como sociedad.   Desde luego, esto toma tiempo, quizá largo tiempo, pero es realizable y creo que nos lo debemos imponer como un deber.

A corto plazo, creo que hay algunas medidas que se pueden tomar.  En muchas playas vemos que la basura se  acumula alrededor de los zafacones que hay en muchas playas, ya que estos están completamente llenos.  Desde luego esto no excusa de que cada persona lleve una bolsa de basura vacía a la playa, deposite ahí la basura y luego se la lleve y disponga de ella responsablemente.  Algunos dirán que esto es mucho pedir, por lo que sugiero que alguna empresa privada o los mismos municipios donde hay playas u otros lugares públicos inviten a los muchachos de los Hogares Crea, que tienen una campaña de vender bolsas plásticas que distribuyan bolsas en las playas como obsequio del municipio o de la empresa privada en cuestión y esos mismos muchachos pasen regularmente durante el día a recoger esas bolsas con basura para disponer de ellas.   Creo que sería una actividad que le daría orgullo a esos muchachos que muchas veces están en los semáforos vendiendo bizcochos, dulces, etc. que no tienen ningún valor para el que los compra.  

No estoy sugiriendo medidas punitivas porque creo que esto debe ser algo que debemos hacer por orgullo y no porque alguna ley nos vaya a imponer una multa.

viernes, 15 de julio de 2011

Energía solar vs. gasoducto, ¿qué nos conviene?

En vez de gastarnos más de mil millones de dólares para construir un gasoducto, que aunque inicialmente podrá bajar una centavería de nuestra factura de energía elécrica, a largo plazo estaremos hipotecados con los prestamistas que van a financiar este megaproyecto.   A medida que más jurisdicciones se muevan al gas natural aumentará entonces el precio por este producto y estaremos en la misma situación que estamos ahora con el petróleo. ¿Por qué esa enorme cantidad de dinero no se la damos en créditos a toda persona o entidad que pueda establecer un sistema de placas solares sobre el techo de su propiedad.  El solo hecho de tomar esa decisión podría crear en Puerto Rico una industria de construcción, instalación y mantenimiento de paneles solares, en adición a la reducción en combustibles fósiles y emanaciones tóxicas que ahora tenemos.  

La ciudad de Nueva York y el Hunters College han desarrollado un mapa solar de todas las edificaciones de la ciudad que puede determinar cuanto costará habilitar cada azotea de cualquier estructura con paneles solares y los ahorros que tendrán en el pago de energía a través de los años.

Países como Alemania, con una riqueza enorme y donde el clima no es tan apropiado para la energía solar como una isla tropical en el Caribe, hoy día tiene una producción de energía solar considerable y una industria de construcción de tecnología solar de gran magnitud.

http://www.grist.org/solar-power/2011-07-01-new-york-citys-massive-solar-opportunity


http://energyselfreliantstates.org/content/democratizing-electricity-system

http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2007/05/04/AR2007050402466.html


http://www.grist.org/list/2011-03-22-germanys-solar-panels-produce-more-power-than-japans-entire-fuku

miércoles, 13 de julio de 2011

Notas históricas - Abolición de la esclavitud en Puerto Rico - Discurso de Emilio Castelar, presidente de la primera república española

(Fragmento del discurso (1870) de Emilio Castelar ultimo presidente de la primera republica,  ante el parlamento espanol, defendiendo la abolicion de la esclavitud  para Puerto Rico y donde hace referencia a la postura que tomaron los comisionados de Puerto Rico que fueron a las cortes espanolas a pedir la abolicion inmediata de la esclavitud para Puerto Rico)
 
 
¿Cuántos esclavos y cuántos libres hay en Puerto Rico? Por nuestro censo, 40.000 esclavos y 350.000 libres. ¿Qué teméis? ¿Una insurrección de negros? Pues podéis descartar las mujeres, los niños, los impedidos y los esclavos domésticos, que suelen ser dulces en nuestras islas de Cuba y de Puerto Rico. ¿Cuántos esclavos, después de todo, temibles os quedan en Puerto Rico? Os quedan 10.000, los 10.000 que cultivan el campo. ¿Y cuántos blancos, o al menos cuántos libres, hay trabajando junto a los esclavos? Hay, señores diputados, 70.000 hombres libres que han tornado y pagado su cartilla de jornaleros. ¿Qué recelo, pues, podéis tener cuando en Cuba el trabajo libre es igual por lo menos al trabajo esclavo, y en Puerto Rico el trabajo libre supera en mucho al trabajo esclavo?
 
Además ha demostrado la estadística que a medida que ha desaparecido la esclavitud en Puerto Rico ha aumentado la riqueza. ¿Cuánto era el comercio de la isla de Puerto Rico en 1834? Era la de siete millones de pesos fuertes. ¿Y cuánto era el comercio de Puerto Rico en 1860? Era de trece millones de pesos fuertes. La esclavitud había disminuido, la riqueza se había aumentado; luego la riqueza va en proporción inversa de la esclavitud.
 
Además, en Puerto Rico la propiedad se halla muy dividida; en Puerto Rico no hay grandes propietarios; en Puerto Rico existen frutos que se llaman mayores y menores, cuestión que ha dilucidado un publicista distinguidísimo, perteneciente a la fracción democrática, cuya ausencia de estos bancos yo he lamentado muchas veces: el señor don Rafael María de Labra. Los frutos mayores, que exigen mayor trabajo, constituyen la décima parte de la riqueza.
 
Pues bien, señores, indudablemente por estos datos se deduce que no hay peligro, ni político, ni social, en la abolición inmediata, simultánea, de la esclavitud en Cuba y Puerto Rico.
 
¡Y la situación moral de Cuba y de Puerto Rico es verdaderamente horrible! La situación moral de Cuba y de Puerto Rico necesita un remedio radicalísimo. Y no hay otro remedio más que la abolición inmediata y simultánea de la servidumbre.
 
La abolición inmediata y simultánea la pidieron los comisionados de Puerto Rico elegidos en tiempos reaccionarios, bajo la administración de Narváez.
 
 Los comisionados de Puerto Rico dieron un dictamen que será su honra, su gloria, dictamen que en el porvenir será colocado junto a la declaración de los derechos del hombre, en el 4 de agosto de 1789.
 
 Todos eran propietarios, y todos pedían la abolición inmediata y simultánea con organización del trabajo o sin organización del trabajo, con indemnización o sin indemnización. Yo me lamento de que, después de la Revolución de Septiembre, ninguno de aquellos varones se haya sentado en estos bancos.
 
 Yo no sé por qué no habrán venido aquí todos ellos, cuando tantos títulos tenían a la consideración de Puerto Rico y a la consideración de la Patria.
 
Vinieron, decía, los comisionados de Puerto Rico, y presentaron un luminoso informe, en el cual no sabemos qué admirar más, si la copia de noticias o la abnegación sublime con que, siendo en su mayoría propietarios de esclavos, demandaban la abolición simultánea, inmediata, con plazo o sin plazo, con indemnización o sin indemnización. Allí recordaban que la esclavitud había sido la obra del derecho civil y que su ruina debía provenir del derecho público. Efectivamente; así que el espíritu universal, humano, de los estoicos penetró en el derecho antiguo, la esclavitud comenzó a vacilar sobre su base de crímenes. El derecho civil establece las relaciones particulares, y el derecho público las universales. No puede el interés privado sobreponerse al derecho humano.
 
Allí demostraban que no debía atribuirse exclusivamente a España la introducción de la esclavitud en América. Efectivamente, aquellos extranjeros que vinieron aquí con Carlos V a traernos el absolutismo cesáreo, fueron a Puerto Rico y Cuba a llevar la negra servidumbre. La codicia del oro, la ausencia del trabajo libre y el sistema prohibitivo acabaron de perpetrar y eternizar el crimen. Hoy no tiene más fundamento ese crimen que el miedo a la ruina económica de la isla. Pero ni siquiera ese miedo puede aducirse válidamente en Puerto Rico. La raza esclava ha decrecido y la libre se ha aumentado. Esta disminución del trabajo servil ha aumentado la prosperidad de la isla. Ante esta consideración caen hasta los argumentos de los utilitarios. Ante esta reflexión, comprobada por innumerables datos, no hay excusa. La necesidad obligaría al negro a trabajar, como obliga al blanco. ¿Puede, pues, correr peligro la riqueza? No. Aunque se resintiera un poco la producción del azúcar, el azúcar no es ni la sexta parte de la producción total de la isla. Y después de todas estas reflexiones pedían la abolición inmediata y simultánea de la esclavitud. Permitidme, señores diputados, consagrarles a aquellos ilustres varones un elogio, al cual se asociará sin excepción en sus elevados sentimientos toda la Cámara. Desde la renuncia de los señores feudales a sus privilegios en la Constituyente francesa no se ha vuelto a ver abnegación tan sublime. El patriciado colonial no ofrece en ninguna parte ese ejemplo, ese gran ejemplo.
 
Yo deploro que esos comisionados no hayan venido aquí; yo lo deploro desde lo más profundo de mi alma. No describirían ellos como un idilio la esclavitud; no darían por gran reforma el vientre libre, y por un heroísmo digno de la epopeya la renuncia al fruto de ese vientre; no se burlarían ellos de la filantropía inglesa, que ha consagrado escuadras a la abolición de la trata y miles de millones a la abolición de la esclavitud; y no nos pedirían ellos a nosotros que para dar prueba de caridad, fuéramos a reemplazar a sus siervos y a sufrir sus latigazos en el ingenio, cuando nosotros podemos libertarlos a todos con nuestra palabra y nuestros votos.
 
Pero yo quisiera que algunos de los que defienden la abolición gradual me dijeran en qué punto del mundo la abolición ha podido ser gradual. Se ha intentado muchas veces; pero han tenido que convertirla en inmediata. Y vamos a la prueba, porque en los partidos conservadores y doctrinarios no hay argumentos tan fuertes como los argumentos de experiencia, los argumentos históricos.